Porque nos permite conocer
si nuestras elecciones en el aula se
traducen en aprendizajes, si
nuestras clases son efectivas, si los niños y niñas aprenden, si los materiales
y actividades seleccionadas estuvieron acorde a los objetivos curriculares o
pedagógicos que deseamos alcanzar, si las elecciones consideraron
características del contexto, si el nivel de exigencia fue adecuado, si se
consideró el desarrollo de habilidades del pensamiento, entre muchos otros
cuestionamientos.
Sin embargo, una de las
debilidades que los profesores más reconocemos, es la falta de actualización en
las metodologías evaluativas, hemos avanzado y mejorado nuestras prácticas y
metodologías didácticas, pero aún, evaluamos con instrumentos que no
nos sirven para la toma de decisiones y el mejoramiento continuo.
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