En las últimas décadas, los teóricos del
aprendizaje han demostrado que los alumnos
no recuerdan ni comprenden gran parte de lo que se les enseña, los nuevos enfoques
curriculares exige que el trabajo escolar se centre en el desarrollo
conceptual, el pensamiento creativo, la resolución de problemas y la
formulación y comunicación de argumentos atractivos, de igual manera las nuevas
formas de evaluar desacreditan las
pruebas que evalúan si los alumnos
recuerdan fragmentos aislados de información y recomiendan evaluaciones más auténticas, arraigadas y basadas en desempeños
integrados con la enseñanza, las evaluaciones deben ser desafíos intelectuales
y estimular “hábitos mentales” esenciales para desarrollar el pensamiento
comprensivo.
La visión
del aprendizaje para la comprensión debe estar informada en forma regular de la
evaluación de los desempeños de los
alumnos, que permita ayudar y orientar tanto a docentes como a los mismos
alumnos a controlar el avance hacia las metas curriculares, identificar sus
debilidades y fortalezas y generar recomendaciones constructivas para mejorar
los desempeños. (Stone, M. 2008)
Por esta razón, formar a los profesores en las nuevas Metodologías de la Evaluación,
se traduce como una necesidad permanente para poder mejorar los procesos de
enseñar y de aprender a partir de los análisis constantes que hagan de los
resultados obtenidos en la aplicación de sus instrumentos evaluativos.
La reflexión acción, la toma de decisiones son
características de la profesionalización docente, donde los profesores se
apropian de las decisiones en sus aula, informados y con las atribuciones que
pueden tener luego de comprobar su efectividad en los aprendizajes de sus
estudiantes por medio de instrumentos confiables de evaluación.